Del esperpento de la F1 al de los "San Fermines", terminando con un toque a telefonía móvil y temas pilosos
Hoy doy un pequeño salto y hablo de tres o cuatro cosas aparentemente inconexas. Aparentemente.
La primera, la he dejado reposar un poco, y se refiere al esperpéntico espectáculo en que que se ha convertido la fórmula 1 o F1.
En su origen práctico, las competiciones de automovilismo servían y se entiende deben servir para que los fabricantes pongan a prueba y descubran soluciones que permitan mejorar los vehículos de calle en un plazo más o menos corto.
Así, los frenos de disco son al parecer una derivación de las 24 horas de Le Mans, antes de que lo políticamente correcto –que también contamina el automovilismo– impusiese unas chicanes en la larga recta de les Hunaudières, debido a que los coches iban “demasiado rápido” (hasta a 405 Km/h)... en una carrera.
Pero el espectáculo en que se ha convertido la F1 es ridículo y totalmente alejado de esa idea original.
Los bólidos de F1 se han convertido en juguetes de alta tecnología que no pueden rodar más de una pocas vueltas sin ser atendidos por un enjambre de servidores esclavos, las soluciones aerodinámicas que incorporan no solo son imposible de implementar en coches de calle si deben cumplir las normativas para caso de atropello causar las heridas mínimas, sino que convierten a los F1 en aviones de papel caso de fallar, y los neumáticos, ¡ay los neumáticos!...
Gomas que solo funcionan bien en una gama estrechísima de temperaturas.
Parece mentira (carrera de Silverstone) que los equipos de F1 no sepan lo que todo buen automovilista de calle debe saber de memoria:
1) Los neumáticos poco hinchados pueden reventar
2) Es tabú hacer girar en sentido contrario un neumático ya rodado
3) Cuidado con los bordillazos y hablamos de los pianos.
Vamos a ver Srs., cuando este deporte era un deporte de caballeros (Jim Clark, Graham Hill, etc.) y no el de unos niñatos maleducados, había normas claras: los pianos se podían pisar a la salida de las curvas, no a las entradas, y como solución un tanto de escape. Si se pisaban sistemáticamente los pianos, se podía ser excluido de la carrera.
¿Se mosquean los señoritos porque además de saltarse los dos primeros puntos se les estropean las gomas por abusar de los pianos?
Claro que además, alguno de ellos, cuando abandona su coche, lo deja en “neutral”, el equivalente a dejarlo sin freno de mano, y el bólido, majestuoso, cruza la pista hacia atrás en plena carrera.
No quiero seguir mucho –que podría– pero puedo terminar con dos detalles que me chirrían: uno es hacer gracietas mientras suena el himno nacional y el otro, rociar de espumoso a las azafatas. Mala educación y falta de respeto, institucional y personal.
Los que quieran discutir mi capacidad para hablar de automovilismo, están en su derecho, tanto como en el de consultar hemerotecas aragonesas de hace unos 45 años.
Y sigo... con los “San Fermines”
La montonera de hace unos días confirma algo interesante: al límite, los toros bravos y los cabestros demuestran ser más inteligentes y empáticos que los otros animales, los seres humanos. Una vez producido el atasco comparen el comportamiento de unos y otros. Para eso está ese vídeo tan interesante. Marca España.
Y es que hay una cierta relación entre la F1 y lo de los “San Fermines”: el asunto, por motivos comerciales se ha desvirtuado por completo. Parece claro que si se quieren mantener, hay que fijar un límite de personas en el recorrido. Digo personas, ya que “corredores” de verdad es otra cosa. Digamos cabezas de ganado humano.
Por cierto: ¿tienen seguro los que se exponen y exponen a los demás a esos riesgos?
Y hablando de fotografía...
Al parecer, hay un desfase importante entre el numero de cámaras fabricadas y el de cámaras vendidas, a nivel mundial. Ello augura venta por liquidación y retraimiento del consumidor a la hora de comprar cámaras nuevas en espera de esas rebajas, lo que realimenta el problema.
Las razones pueden ser muchas y para dilucidarlas están –suponemos– los especialistas en marketing y sus agencias.
Supongo que la situación económica no acompaña, desde luego, pero ya llevamos unos años –y los que quedan– y la pregunta sería si no está ocurriendo algo parecido a lo que comento en los dos temas anteriores: ¿no estarán los diseñadores y fabricantes de cámaras alejados de la realidad del consumidor?
La sensación que tengo, desde hace años, es que el desarrollo de nuevos modelos se basa más en la tecnología disponible por parte de los fabricantes de sensores que de las necesidades, anhelos e ilusiones de los que, bien gustan de la fotografía o trabajan en ella.
Otro día os hablo de la cuestión de esos teléfonos móviles que emplean al parecer “sistemas mágicos” para ofrecer calidades extremas con sensores microscópicos de más de 40 píxeles. No se si eso es lo peor o que la verborrea de esos fabricantes (que luego ruedan “las muestras” de estabilización mediante equipos profesionales DSLR de 24 x 36 mm) se contagie a algunos de los que escriben en los medios...
¿Y la cuarta "cosa"?
Esa vá de los políticos que ya avisaban de su falsedad a la hora de teñirse el pelo, de forma también un tanto esperpéntica ¡Que no os enteráis!
Lo dejo para otra ocasión.
La primera, la he dejado reposar un poco, y se refiere al esperpéntico espectáculo en que que se ha convertido la fórmula 1 o F1.
En su origen práctico, las competiciones de automovilismo servían y se entiende deben servir para que los fabricantes pongan a prueba y descubran soluciones que permitan mejorar los vehículos de calle en un plazo más o menos corto.
Así, los frenos de disco son al parecer una derivación de las 24 horas de Le Mans, antes de que lo políticamente correcto –que también contamina el automovilismo– impusiese unas chicanes en la larga recta de les Hunaudières, debido a que los coches iban “demasiado rápido” (hasta a 405 Km/h)... en una carrera.
Pero el espectáculo en que se ha convertido la F1 es ridículo y totalmente alejado de esa idea original.
Los bólidos de F1 se han convertido en juguetes de alta tecnología que no pueden rodar más de una pocas vueltas sin ser atendidos por un enjambre de servidores esclavos, las soluciones aerodinámicas que incorporan no solo son imposible de implementar en coches de calle si deben cumplir las normativas para caso de atropello causar las heridas mínimas, sino que convierten a los F1 en aviones de papel caso de fallar, y los neumáticos, ¡ay los neumáticos!...
Gomas que solo funcionan bien en una gama estrechísima de temperaturas.
Parece mentira (carrera de Silverstone) que los equipos de F1 no sepan lo que todo buen automovilista de calle debe saber de memoria:
1) Los neumáticos poco hinchados pueden reventar
2) Es tabú hacer girar en sentido contrario un neumático ya rodado
3) Cuidado con los bordillazos y hablamos de los pianos.
Vamos a ver Srs., cuando este deporte era un deporte de caballeros (Jim Clark, Graham Hill, etc.) y no el de unos niñatos maleducados, había normas claras: los pianos se podían pisar a la salida de las curvas, no a las entradas, y como solución un tanto de escape. Si se pisaban sistemáticamente los pianos, se podía ser excluido de la carrera.
¿Se mosquean los señoritos porque además de saltarse los dos primeros puntos se les estropean las gomas por abusar de los pianos?
Claro que además, alguno de ellos, cuando abandona su coche, lo deja en “neutral”, el equivalente a dejarlo sin freno de mano, y el bólido, majestuoso, cruza la pista hacia atrás en plena carrera.
No quiero seguir mucho –que podría– pero puedo terminar con dos detalles que me chirrían: uno es hacer gracietas mientras suena el himno nacional y el otro, rociar de espumoso a las azafatas. Mala educación y falta de respeto, institucional y personal.
Los que quieran discutir mi capacidad para hablar de automovilismo, están en su derecho, tanto como en el de consultar hemerotecas aragonesas de hace unos 45 años.
Y sigo... con los “San Fermines”
La montonera de hace unos días confirma algo interesante: al límite, los toros bravos y los cabestros demuestran ser más inteligentes y empáticos que los otros animales, los seres humanos. Una vez producido el atasco comparen el comportamiento de unos y otros. Para eso está ese vídeo tan interesante. Marca España.
Y es que hay una cierta relación entre la F1 y lo de los “San Fermines”: el asunto, por motivos comerciales se ha desvirtuado por completo. Parece claro que si se quieren mantener, hay que fijar un límite de personas en el recorrido. Digo personas, ya que “corredores” de verdad es otra cosa. Digamos cabezas de ganado humano.
Por cierto: ¿tienen seguro los que se exponen y exponen a los demás a esos riesgos?
Y hablando de fotografía...
Al parecer, hay un desfase importante entre el numero de cámaras fabricadas y el de cámaras vendidas, a nivel mundial. Ello augura venta por liquidación y retraimiento del consumidor a la hora de comprar cámaras nuevas en espera de esas rebajas, lo que realimenta el problema.
Las razones pueden ser muchas y para dilucidarlas están –suponemos– los especialistas en marketing y sus agencias.
Supongo que la situación económica no acompaña, desde luego, pero ya llevamos unos años –y los que quedan– y la pregunta sería si no está ocurriendo algo parecido a lo que comento en los dos temas anteriores: ¿no estarán los diseñadores y fabricantes de cámaras alejados de la realidad del consumidor?
La sensación que tengo, desde hace años, es que el desarrollo de nuevos modelos se basa más en la tecnología disponible por parte de los fabricantes de sensores que de las necesidades, anhelos e ilusiones de los que, bien gustan de la fotografía o trabajan en ella.
Otro día os hablo de la cuestión de esos teléfonos móviles que emplean al parecer “sistemas mágicos” para ofrecer calidades extremas con sensores microscópicos de más de 40 píxeles. No se si eso es lo peor o que la verborrea de esos fabricantes (que luego ruedan “las muestras” de estabilización mediante equipos profesionales DSLR de 24 x 36 mm) se contagie a algunos de los que escriben en los medios...
¿Y la cuarta "cosa"?
Esa vá de los políticos que ya avisaban de su falsedad a la hora de teñirse el pelo, de forma también un tanto esperpéntica ¡Que no os enteráis!
Lo dejo para otra ocasión.
Comentarios
Los Nokia presumen de "Carl Zeiss" ahora Zeiss a palo seco y hasta ya se atreven a hablar de seis lentes.
Parece una nimiedad, pero para mi tendrá un valor especial cuando un fabricante de objetivos para móvil me muestre el esquema óptico y el tipo de lentes con clases de vidrio y el acabado de sus bordes y encaje en el minibarrilete. Hasta que se atrevan a ello, sospecharé que el diseño y el cuidado puesto en la fabricación no son gran cosa.
Es cierto que un dispositivo móvil permite fotografiar ahora de formas que antes eran imposibles y además, hay aplicaciones que mejoran mucho las prestaciones del módulo del terminal. Por ejemplo con un iPhone 4S, la diferencia entre usar su cámara tal cual y emplearla a través de la aplicación ProCamera, es grande... s se sabe la diferencia entre punto de enfoque y punto de medición: ¡Que al final ayuda saber de fotografía!
NOKIA y las apps autenticas maravillas de ciencia ficcion de ser informatico podria sintetizar mis fotos "preferidas" buscar entre las ampliaciones en blanco y negro y que la app fotografie con esos tonos aunque estaria de mas ya que son muchas las peliculas a elegir y tantas combinaciones entre "objetivos" y peliculas que al final termina siendo un lio algunas se solapan y no ves gran diferencia pero todo es probar hay autenticas maravillas todo es acostumbrarse.